¿Dificultades con establecer límites? ¿Libertinaje = libertad?

Los padres nos guiamos muy fuertemente de cómo fuimos educados, para ver cuál es la forma en la que debemos educar a nuestros hijos e hijas. A veces ocurre que replicamos cómo nos educaron y, en otras ocasiones, nos vamos al otro extremo, porque no nos gustó esa forma y queremos cambiarla. Voy a resaltar aquí un mensaje que me parece importante mencionar: Sea cual sea la forma en la que nos han educado, en casi todas las ocasiones, nuestros padres han intentado hacerlo lo mejor posible con el conocimiento que contaban en ese momento. Por ello, es importante no culpabilizar por la forma de educación. Muchas veces erramos en cuanto a la educación de nuestros hijos e hijas pensando que es lo mejor, y lo podemos hacer con todo el amor del mundo. Eso no quita que, quizás, pueda haber mejores formas. En ese sentido, es importante tomar consciencia y responsabilidad de nuestros actos. Por ello, es fundamental la autoeducación.

En este camino de la educación, nos preguntamos ¿Es realmente difícil establecer límites?

Para algunas personas será más fácil establecer los límites y, para otras más difíciles. Todo dependerá de varios factores: de nuestras vivencias, de lo que hemos aprendido, de si tenemos claro dónde está el límite. Pero …

¿Por qué es importante?

Es fundamental establecer límites claros y coherentes, dado que a través de ellos, les brindamos a los niños/as un entorno y ambiente de seguridad y cuidado. Les ayudamos también a aprender a autorregularse, ofreciendo oportunidades para ello. Vivimos en sociedad, y en la sociedad hay reglas y normas que velan por el bienestar general.

La ausencia de límites y/o los límites poco claros, o ambivalentes, genera un ambiente y entorno de inseguridad. ¿Por qué genera inseguridad? Vamos a responder con una pregunta a esta cuestión, ¿cómo se siente uno cuando va a un lugar, país o espacio diferente, donde no tiene claro cuáles son las normas? … Pues, así se sienten los niños/as cuando no saben bien lo que pueden y lo que no pueden hacer.

En los últimos años, se observa una mayor dificultad a la hora de establecer límites.

¿Por qué surge este miedo a poner límites?

En algunas ocasiones, por miedo a ser demasiado duros (autoritarios) o por no replicar lo duro que fueron nuestros padres con nosotros. A veces, intentamos ser firmes pero rápidamente cedemos contra nuestra voluntad. O también pensamos que, si marcamos límites luego ellos no podrán ser libres e independientes. Y ocurre exactamente todo lo contrario. Los niños y niñas educados con límites claros, sienten libertad de actuar en el mundo, y seguridad ante todo. Los límites nos proporcionan muchísima seguridad, ya que tenemos claro qué se puede hacer y qué no. El punto está en encontrar un equilibrio en poner límites con amor y respeto.

¿Libertad = no poner límites?

Muchas veces se piensa que dar o proporcionar un espacio de libertad, es sinónimo de no poner límites. Cuando hablamos de un estilo de crianza de educación desde el amor y el respeto, se puede pensar que no hay normas y reglas. Es todo lo contrario. Muchas familias en la escuela se sorprenden al ver que incluso hay más normas y reglas que en otros lugares, y que se marcan desde muy temprana edad. Un entorno en donde se marcan los límites, ayuda a marcar nuestros propios límites. En ese sentido, cuando nosotros como adultos marcamos nuestros propios límites con nuestros hijos e hijas, como el no dejar que nos falten el respeto (dar manotazos, patear, morder, arañar…), les ayudamos a que ellos también marquen sus propios límites. Si dejamos pasar esos momentos de educar, estamos dejando pasar valiosas oportunidades para que ellos también aprendan, dónde está su propio límite, hasta dónde puede llegar el otro.

¿Cómo podemos establecer límites?

  1. Explicaciones breves y sencillas: Es necesario poner límites claros (qué se puede y qué no se puede hacer) y dar explicaciones breves y sencillas.
  2. Anticipar: El anticipar nos proporciona seguridad y nos evita el estrés de no saber lo que sigue.
  3. Repetir y repetir: Poner límites es un trabajo constante. Pues, hay que ser constantes para repetir las veces que hagan falta, no basta con comunicarlo. “Hay que repetir las cosas hasta que los conceptos o el comportamiento formen parte de la vida diaria del niño y se vuelvan automáticos”(
  4. Conectar y redirigir: Ante una situación que se nos salga de control, es mejor conectar y luego redirigir.
  5. Tomar en cuenta la edad y las necesidades del niño/a: Es importante reconocer cuando nuestro niño/a está más susceptible (está más cansado, antes de ir a dormir, después del baño,…es importante reconocer e intentar leer sus emociones).
  6. Alentar. Es el alimento diario que necesitan. Nuestro hijo debe sentirse en todo momento apoyado, guiado, apreciado, nunca juzgado o rechazado.

* Es fundamental establecer los límites en función de los objetivos, valores y costumbres de cada familia.

Entonces, el límite debe:

  • Ser importante para las personas que lo ponen.
  • Presentarse de manera clara.
  • Expresarse por anticipado.
  • Ser comprendido claramente por el niño.
  • Marcarse con afecto.
  • Ser presentado junto con alternativas.
  • Ser consistente.
  • Cuando es un límite firme, tener claramente especificadas las consecuencias.

En conclusión, hemos podido ver la importancia de establecer límites claros, desde el amor y el respeto. Así, la seguridad que puede aportar este hacer, los niños y niñas lo agradecerán.

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