El ritmo

Cuando hablamos de ritmo, nos suele venir a la cabeza la música, que está llena de diversos ritmos. Pero no está presente solo en la música, sino que “todo a nuestro alrededor tiene ritmo”: los animales, las plantas, etc. Si observamos la naturaleza, ésta tiene ritmos. Por ello, hay épocas de sembrar, otras de cosechar. Épocas del año en las que vemos determinados frutos y flores, otras en las que vemos las hojas caer, etc. En el ser humano, desde el minuto uno, podemos también percibir el ritmo. Por ejemplo, en la respiración, en la reproducción, en el crecimiento, etc.

Entonces, ¿qué es el ritmo?

Ritmo viene del término griego RHYTHMOS, que significa división periódica del tiempo. El ritmo es fundamental en el ser humano. En esta ocasión, nos vamos a centrar en la importancia del ritmo del día en los niños. Siempre surge la pregunta o duda.

¿por qué las escuelas Waldorf insisten tanto en el ritmo? ¿tiene algún beneficio?

Si nos ponemos a pensar como adultos en lo que nos sienta bien, nos damos cuenta que en nosotros mismos el tener un ritmo del día es importante. ¿Os ha pasado alguna vez o conocéis a alguien que de pronto, como no lleva unos horarios, se olvida hasta de comer o cenar? Si nuestro organismo tiene un ritmo diario de alimentación, envía las señales de hambre a la hora aproximada en la que siempre comemos. Así también, cuando nos queremos despertar más tarde el fin de semana, nos pasa que como en los días laborales nos despertamos pronto, el fin de semana, nos despertamos a una hora similar. ¿os ha pasado alguna vez?

Podemos notar diferencia cuando hay semanas, meses o temporadas en las que no llevamos un ritmo. ¿cómo os sentís? ¿os sentís más agotados? Como adultos, necesitamos un mínimo de ritmo que nos sujete.

Así, ocurre también en los niños y niñas, el tener unas horas determinadas de comer y de acostarse, hace que el propio cuerpo envíe las señales de lo que necesita. Entonces, en el ritmo diario ya vemos dos cosas importantes: el sueño y la alimentación. En ese sentido, el ritmo es salud.

Además, de permitir un equilibrio orgánico, el ritmo diario aporta seguridad. Los niños y niñas cuando son pequeños no tienen noción del tiempo, por lo que aportar un ritmo del día, les permite saber qué va a ocurrir, así pueden estar más relajados. Esto no significa que todo tiene que ser exactamente igual. El ritmo del día tiene que ser vivo, y adaptable a las circunstancias que puedan surgir, ya sea de necesidades básicas de los niños/as, o cambios externos. Pero es importante tener en cuenta como mínimo mantener los hitos del día. Todo ello, facilita el día, los niños saben lo que viene, por lo que fluyen. Cuando hay ritmo, el niño está más tranquilo, más sereno, lo que le permite centrarse en otras actividades o tareas como el correr, saltar, jugar, etc. Se generan menos enfados, menos rabietas y es más fácil dormirlos, porque su organismo ya sabe la hora de dormir.

En las escuelas Waldorf, el ritmo que lleva cada escuela es adaptada a las circunstancias propias. Así, en unas escuelas pueden empezar la jornada del día con el desayuno, mientras otras con el juego libre. Lo importante no es repetir lo que hace una escuela u otra o repetir lo que hace una familia. Lo importante es encontrar nuestro propio ritmo y el equilibrio en lo que es lo más saludable para nuestros hijos/as.

Así, como la respiración, es fundamental alternar momentos de concentración y expansión, que le permitan a los niños/as una respiración saludable en el día y en la tarde. Concentración puede ser el momento de la actividad, el momento del cuento; expansión puede ser el juego libre, el juego en exterior. Alternar esos momentos es la clave. Si tenemos momentos de expansión, poco antes de irnos a dormir, nos será difícil conciliar el sueño. Lo mismo ocurre con nuestros hijos/as. Es importante entrar en calma, si se va acercando la hora de dormir.

¿Qué ocurre si no hay un ritmo en el día? ¿cuáles son las consecuencias de tener los ritmos alterados?

Si todos los días, nos despertamos a horas diferentes (un día a las 6, otro día a las 8, otro día a las 10 y así), comemos a horas variadas (algún día a las 13 horas, otro día a las 15 horas, otro día a las 17 horas). Con ello, nuestro organismo, no sabe cuándo va a comer o cuánto/cuándo va a dormir. Si añadimos, que algunos días estamos todo el día en casa, otros días todo el día fuera, así indistintamente. Para nuestros hijos/as esto puede ser un caos. ¿Por qué un día puedo jugar en casa todo el día y por qué otro día no? Exteriormente, tanto los niños como los adultos nos volvemos más irritables, y estamos más agotados cuando no hay un ritmo que nos sujete. Un niño que no sabe lo que va a pasar, está ansioso. Y …

Los niños necesitan seguridad para tener libertad”

Esa seguridad proporciona el ritmo. Ello les permite jugar libremente y no estar pendientes de lo que va a ocurrir.

Y vosotros, ¿ tenéis ritmo del día en casa?

Redacción: Claustro de maestros Escuela Waldorf Munay

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