¿Por qué es importante el periodo de vinculación?

El iniciar la escuela es para muchas familias un momento muy importante en su vida, surge un cambio en la dinámica familiar. Ya es un gran desafío el cambio en nuestras vidas con la llegada de este ser maravilloso a la familia. Durante meses, mamá/papá y bebé han sido uno solo. Por lo que, cuando tomamos la decisión de llevarlo a una escuelita, no es tan fácil decidir el cuándo, el cómo, el dónde y con quién.

En muchos casos, será la primera vez en el que los padres se separen de los hijos/as. Es un reto estar preparados para ese momento, entonces:

¿Qué debemos tener en cuenta?

Para que el proceso sea más suave y lo más llevadero posible es que los centros, espacios, escuelas cuenten con un espacio/tiempo para el periodo de vinculación.

Esta es una de las cosas más importantes que se debe contemplar. Hoy en día, cada vez más son las escuelas y colegios que realizan este periodo. Es maravilloso que más niños y niñas puedan disfrutar de este espacio y tiempo para ellos.

¿Qué pasa cuando no se toma en cuenta este periodo?

Si nos ponemos en la piel del niño/a, vivir una situación en la que de pronto estás siempre con mamá o papá y de pronto te dejan en un lugar en el que no conoces a las personas que están y no sientes confianza en ellas porque simplemente no las conoces. ¿Cómo nos sentiríamos? O entrar al espacio y cuando el niño/a está jugando y no está atento a mamá/papá, aprovechamos el momento de irnos sigilosamente para “evitar” el sufrimiento. A veces lo hacemos en casa, pensando que es la mejor manera para evitar que nuestro hijo/a llore por la despedida.

Pero, ¿qué pasa con esto? ¿qué consecuencias tiene?

Esas experiencias pueden marcar el desarrollo del niño/a, su autoestima, su autoconcepto, etc. Dependiendo la edad, puede quedar como un mal recuerdo, una experiencia negativa, o con una sensación/huella que hace que esté en constante alerta por miedo a ser dejado en un lugar, o por miedo a que de pronto desaparezcan mis figuras de referencia. Entonces, los niños/as empiezan a demandar más a los padres/madres, a no jugar de forma tranquila y en confianza, porque pueden estar jugando pero estando en alerta de todo movimiento que pueda significar la experiencia anteriormente vivida.

Entonces, ¿qué podemos hacer para que nuestros hijos/as se sientan seguros, en
confianza y puedan jugar libremente?
.

Vamos a iniciar diferenciando adaptación de vinculación. El ser humano por naturaleza es un ser adaptativo. En ese sentido, los niños/as se terminarán adaptando a la situación. Esta puede ser más pausada, menos pausada, más rígida, menos rígida, etc.

Sin embargo, la palabra vinculación, incluye algo fundamental para nosotros que es poder generar un vínculo. Nuestra labor en este periodo tan importante para los pequeñines es que se forme un vínculo entre la maestra y el niño/a.

¿Cómo se forma ese vínculo?

Viendo la relación entre madre/padre-maestra. Cuando son niños pequeños menores de 3 años y medio, no es tan importante que se “distraigan” jugando con los otros niños/as. A veces las madres o padres, quieren ver si los niños juegan (que también es importante), si se divierten haciéndolo, y cuando ellos están, esto puede ocurrir, pero lo más, más importantes es:

“sentir seguridad y confianza en la persona que estará acompañándolo/a. Sentir que
hay unos brazos que me van a acoger cuando me sienta triste, cuando me haga daño, cuando esté feliz y quiera celebrarlo, cuando me frustre…”

en definitiva:

“cuando sienta cualquier emoción, cuando mamá/papá no esté, sé que estarán ahí esos brazos que me reconfortan”.

Esto necesitan sentir los niños y niñas para poder confiar en el mundo, para ser libres en el juego y dejar volar la imaginación.

La principal pregunta que surge al respecto es:

¿cuánto tiempo dura este periodo?

Así como cada niño/a va a su ritmo, en esto también. Dependerá de muchos factores:

  • Experiencias previas que haya tenido, si han sido positivas o no.
  • ¿Qué necesito como niño/a? primero observar mucho para luego explorar el mundo o directamente voy a explorar.
  • Lo más importante: “la confianza”. Necesitáis confiar en el proceso, en el niño/a, en el espacio, en la forma de educar y lo principal “confiar en la persona a la que entregáis vuestro mayor tesoro”.

¿Cómo es el proceso?

Entonces, iniciamos el periodo primero conociendo a esa persona, la maestra, que nos acompañará y así poder formar un vínculo, que poco a poco se irá fortaleciendo cada vez más, mientras más tiempo pasemos juntos. Por ello, mamá/papá y maestra comparten el mismo espacio en el que el niño/a puede explorar la sala de juego. En el que tranquilamente, si necesita brazos de mamá/papá los tiene ahí, si tiene sueño, si tiene hambre o quiere teta, están ahí para cubrir sus necesidades. Poco a poco el
niño/a, dependiendo de la edad, va interactuando con la maestra, lo que indica que va sintiéndose en confianza cada vez más. Dependiendo de cada niño/a, el periodo de duración varía, también se tiene en cuenta cómo los padres viven el proceso. A veces los niños/as quieren ir a explorar el mundo pero los padres necesitan tiempo para ellos adaptarse a esta nueva dinámica, entonces, vamos poco a poco también a ritmo de lo que van sintiendo papá/mamá.

Así, este periodo finaliza con una entrega verdadera de mucha confianza. Ese gesto de entrega es un acto puro y verdadero, que si el niño/a lo percibe así, sentirá confianza en esos brazos que la/lo acogen.

Por una infancia segura, respetada, amada y cuidada.

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